Del 27 de noviembre al 1 de diciembre de 2023 se celebrará en la sede de la ONU en Nueva York la segunda reunión de Estados parte del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares.

Además de los 69 Estados parte y los 97 signatarios del Tratado (a excepción de Niue, Níger y Myanmar), también han confirmado su asistencia como observadores varios Estados no son parte. Entre ellos figuran algunos países miembros de la OTAN o que están bajo el denominado “paraguas nuclear”, como es el casi de Alemania, Australia y Noruega. Otros países europeos, como Liechtenstein y Suiza, también han confirmado su asistencia como observadores y algunos como Bélgica, Suiza e Islandia se han manifestado en favor de participar, pero su asistencia no ha sido todavía confirmada oficialmente.

España, como país comprometido con el desarme nuclear, debería asistir como observador a esta segunda reunión de Estados parte que se produce en un contexto histórico que hace todavía más urgente el diálogo en torno al desarme nuclear.

El lugar de España debe de estar al lado de quienes condenan las armas nucleares. La presencia española en calidad de observador supone un coste, tanto político como monetario, nulo, y supondría, para la sociedad civil de nuestro país -y del resto del mundo- un acercamiento de España a la estigmatización de las armas nucleares, una mejor comprensión de las disposiciones del Tratado y la importancia de reducir el rol de las armas nucleares en las doctrinas de seguridad y, con ello, el riesgo de una guerra nuclear a gran escala, en un momento en el que, según el Boletín de Científicos Atómicos, es el más alto de la historia.

Si otros países de la OTAN -incluidos países que además albergan armas nucleares dentro de su territorio- han elegido estar presentes en Nueva York, escuchar y participar en el diálogo con la comunidad internacional y la sociedad civil sin que ello implique ni les suponga ningún problema, España tampoco debería tenerlo.